La infancia es así, un campo verde en primavera, unas risas entre aromas florales y el trinar vívido de los pajarillos. Guardamos en la memoria más imágenes hermosas de las que creemos, son recuerdos que siempre andan ahí, al acecho, y aparecen de pronto cuando menos te lo esperas, como unos compañeros secretos de viaje.
Este sueño viene -seguro- de un cuento que tenía de pequeña y cuyas ilustraciones me fascinaban.

Youpi et Caroline, de Pierre Probst (Les Albums Roses, 1953), el mío muy estropeado de haber pasado horas y horas viéndolo.
Los nombres, que fue una suerte recordar, Menina y Dulcinea parecen un poco compendio de todo: dulcinea, de lo de casa, el bagaje cultural que nos envuelve, la historia viva en nuestros muros y en las páginas de nuestros libros. Y menina, de lo foráneo, de lo extranjero y sin embargo cercano en cuanto cruzas las fronteras.
Así nace este pequeño proyecto, a modo de colección, como una caja de recortes donde guardar recuerdos e imágenes y otras cosas bellas. Un hilo de algodón retomado de la infancia para hacernos estos días más suaves, más cálidos, más felices.
1 comentario:
me parece chulísimo este blog y se respira verano por todo él, precioso, te enlazo
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